En la semana conversaba con unos economistas liberales acerca de las acciones óptimas que un ciudadano debe realizar para mejorar su bienestar. Me llamo mucho la atención el planteamiento de bienestar que ellos proponen, seguramente por su sesgo ideológico.

Los liberales creen que lo que es bueno para el individuo es bueno para el colectivo.

 Ellos realizan su análisis a partir del individuo. Es decir, hacen un análisis inductivo, que consiste en llegar a conclusiones generales a partir de premisas individuales. Por ejemplo:

“Todos los cuervos observados hasta el momento han sido negros. Por lo tanto, todos los cuervos son negros.”

En economía existe un concepto que se llama La Falacia de la composición, que nos dice que lo que es bueno para la parte NO necesariamente es bueno para el todo y viceversa.

Por eso existe la macroeconomía y la microeconomía, podríamos decir que la macro se encarga de lo colectivo y la micro de lo individual. Sin embargo, muchas veces entran en conflicto entre ellas. Veamos algunos ejemplos:

Si un empresario ve que puede subir los precios, lo va a hacer porque le conviene individualmente.

Ahora, en esa misma lógica, todos los empresarios subirán sus precios, asimismo los trabajadores también querrán subir sus salarios.

Al final, lo que vamos a tener es inflación y todos perdemos. Lo que era lógico para la unidad no es lógico para el todo.

Otro ejemplo, si mañana entra un gobierno de derecha liberal y decreta que el pago de impuestos es voluntario, la estrategia optima individual será no pagar impuestos. Entonces si nadie paga impuestos NO habrá carreteras, electricidad, educación, salud y todos vamos a vivir peor, incluso, los que no pagaron impuestos.

Son esas las contradicciones que se presentan entre las visiones micro y la macro de la economía. La idea es armonizar en lo posible ambas visiones.

No obstante, la disyuntiva siempre será ¿Cuál priorizamos, lo colectivo o lo individual?

La respuesta a esta pregunta cada uno la podrá realizar en función a su visión de mundo, a su experiencia de vida, a su criterio de justicia, a sus principios morales, a su ética, a su sentido de humanidad, a sus juicios de valor, en otras palabras, de acuerdo a su ideología.