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El problema de la pobreza en el Perú y el mundo no es la falta de recursos, sino la mala distribución de la riqueza.

Publicado: 2018-04-29


En esta última semana ha estado en boca de la opinión pública y medios de comunicación el último informe sobre pobreza monetaria proporcionado por INEI correspondiente al año 2017, donde se nos mostraba que la pobreza monetaria en el Perú aumentó de 20,7% a 21,7%, y peor aún que el mayor incremento porcentual se había dado en mi región, el Cusco, pasando de 20.4% a 25.2% de pobreza, suceso que obviamente mereció la crítica de analistas económicos y políticos de turno.

La explicación prevalente que hemos podido oír y ver en los medios radiales y televisivos del porqué la pobreza monetaria había aumentado el 2017 podría resumirse en el siguiente comentario:

“El crecimiento económico el 2017 apenas fue del 2.5%, es poco, no podemos sacar más correas si el cuero no crece, por lo menos deberíamos crecer por encima del 5% del producto", que menciona el economista Jorge Gonzales Izquierdo, en radio exitosa.

Jorge Gonzales y demás economistas ortodoxos parten del prejuicio de que el crecimiento económico es lo único y fundamental para disminuir la pobreza.

Por supuesto que el crecimiento del PBI es deseable pero considero que no es ni condición necesaria ni suficiente para reducir la pobreza, veamos por qué:

La canasta básica personal es de S/. 338.00, con eso una persona vive fuera del umbral de pobreza. El producto bruto interno peruano es de S/.650 000 millones, dividido por el número de peruanos (32 millones de habitantes), se obtiene S/. 20,312 00 por peruano al año, mensualmente S/.1’693 00, monto que significa cinco veces más de lo que se necesita para vivir fuera de la pobreza. Con una mejor redistribución en este país, con crecimiento cero, eliminamos la pobreza.

El problema de la pobreza en nuestro país y en el mundo no es la falta de recursos, sino la mala distribución de la riqueza, consecuencia de sistemas económicos excluyentes, donde la igualdad de oportunidades sobretodo en salud y educación es exigua.

En este país, el bienestar futuro de un ciudadano depende mucho si nació en cuna de oro o de paja, la meritocracia pasa a segundo plano porque el billete lo arregla todo. Tengo la convicción de que Salud y Educación, ambos de calidad, deben ser considerados derechos humanos y ser ejercidos por cada peruano sin importar si éste nació en cuna de oro o ni en cuna siquiera.

La igualdad de oportunidades, la meritocracia en base a la capacidad y no el billete; romperá el círculo vicioso de la pobreza.


Escrito por

Alejandra Martinez

Periodista egresada de la PUCP con experiencia en periodismo digital en temas de política y economía


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